¿Cómo desarrollar las habilidades sociales?

Un tema muy demandado

Alberto Sancho

1/18/20234 min read

three men laughing while looking in the laptop inside room
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Al hablar de habilidades sociales debemos entender que son básicas para funcionar correctamente en un entorno social y poder relacionarnos de forma adaptativa con quienes nos rodean.

Eso se debe a que las habilidades sociales son probablemente una de las herramientas (o conjunto de herramientas) que más nos van a ayudar en nuestra vida a sortear los obstáculos y alcanzar nuestros objetivos dentro de nuestros proyectos de vida, con independencia de cuáles sean los objetivos y el proyecto.

En este artículo vamos a compartir una serie de ejercicios que pueden ayudarnos a potenciar esas habilidades sociales. Son ejercicios fáciles pero que requerirán tiempo y práctica para que podamos sacarles el mayor partido posible.

¿Qué son las Habilidades Sociales?

Pero antes de ver los ejercicios para desarrollar las habilidades sociales debemos definir con mayor precisión lo que son.

De forma sencilla, podemos definir las habilidades sociales como un tipo de patrones de conducta o destrezas que nos ayudan a relacionarnos con otras personas de forma óptima respetando los límites de las interacciones sociales dentro de un grupo de normas culturales.

Existen multitud de habilidades sociales y todas ellas pueden ser desarrolladas con la práctica. De hecho, las personas no nacemos con ellas, sino que las vamos adquiriendo con el tiempo, mediante observación y también a través del ensayo y error.

De hecho, esta sería una de las partes que entendemos como socialización; característica fundamental en el desarrollo psicosocial del ser humano, y que, de no darse, puede acarrear serias consecuencias.

En el peor de los casos, puede hacer que una persona acabe siendo apartada del grupo social por no haber adquirido un número suficiente de estas habilidades haciendo que “desentone” demasiado.

Ejemplos de Habilidades Sociales

De este modo, podemos esperar que existan no solo una gran cantidad sino también una gran variedad de habilidades sociales dependiendo de su complejidad. Por poner solo unos ejemplos de habilidades sociales:

Negociación: Lo más habitual es que en el día a día y a lo largo de la vida de una persona, tengamos que negociar con los demás. Desde elegir un restaurante o una película hasta el destino de unas vacaciones o el salario con un jefe.

Capacidad de escucha: Escuchar con atención no es tan fácil como puede parecer a primera vista. Del mismo modo que la comprensión lectora varía mucho entre personas, la capacidad de escuchar “activamente” requiere entrenamiento; pero es tremendamente útil.

Habilidades típicas de Protocolo: Desde dejar que un anciano o una embarazada se siente en el autobús, hasta dejar los cubiertos dentro del plato cuando se termina de comer. Todos estos “protocolos” forman parte de las habilidades sociales y muestran a los demás que somos personas educadas y civilizadas; cosa que por regla general resulta agradable.

Asertividad: Una de las más demandadas en las consultas de psicología. Consiste en la capacidad de defender las propias ideas y necesidades, de forma firme pero educada, respetando siempre al otro.

Ejercicios

A continuación vamos a ver distintos tipos de ejercicios que podemos ir practicando para mejorar nuestras habilidades sociales. Como era de esperar, las habilidades sociales suelen implicar a otras personas, lo que quiere decir que para practicarlas normalmente deberemos servirnos de la interacción con otros para ir mejorándolas.

Por ello, te recomendamos que primero las empieces a practicar con gente que conozcas y con quienes tengas confianza, para que te puedas sentir más seguro y puedas hacer pequeñas pruebas en entornos familiares y controlables. Poco a poco podrás ir subiendo de dificultad generalizando estos ejercicios a otros ámbitos y con otras personas.

Ejercicios para decir no

Decir “no” es una habilidad social básica que forma parte de la asertividad. Necesariamente no tiene que ser un “no” explícito, pero en definitiva, es mostrar una negativa a la persona que tenemos delante, dando a entender que no accedemos o no estamos de acuerdo con el tema tratado.

Estas son acciones que puedes hacer y practicar. Ponlas en práctica primero con cuestiones menos importantes para ir probando y acomodándote:

Decir simplemente “no”. Sin dar ninguna razón. Las justificaciones a veces se pueden dar, pero tener la capacidad de decir simplemente “no”, es algo muy valioso que incluso puede influir en nuestra autoestima.

Pedir tiempo para pensar. Quizá hablar frontalmente de nuestra desaprobación es complicado, por eso pedir un tiempo de reflexión transmitirá que nos tomamos el tema en serio y también nos dará tiempo para calmar las emociones y enfrentarnos posteriormente al “no” con más fuerza.

Pedir más información. Nos dará tiempo extra para pensar una respuesta (sobre todo si es negativa) y tendremos más armas para defenderla gracias a la información extra.

Ejercicios para hacer peticiones

Pedir es muy difícil para muchas personas. A veces nos acostumbramos a ser la persona que damos o que estamos siempre dispuestas ahí para los demás; pero todos necesitamos ayuda tarde o temprano y será una capacidad (la de pedirla) que deberemos tener en nuestro repertorio de habilidades sociales.

Las peticiones no son exigencias y todos somos libres de pedir lo que queramos pero esa libertad debe ir acompañada de la responsabilidad de aceptar la respuesta (negativa a veces) del otro.

Justamente como la responsabilidad de negarse recae sobre el otro, nosotros debemos gozar de la libertad de pedir sin miedo (o al menos, con el tiempo y práctica, reducir nuestro malestar por pedir).

Consideraciones a la hora de pedir:

Aceptar que nos hagan preguntas. Es normal que la otra persona quiera saber más sobre nuestra petición. Quizá no haya entendido algo o simplemente tenga

curiosidad.

Dejar de insistir si la otra persona se niega, aunque podamos preguntar los motivos o incluso negociar en el caso de que haya algún punto intermedio o algún

factor salvable que podamos eliminar.

Hay que evitar utilizar los ruegos, las amenazas o consideraciones morales como “un verdadero amigo lo haría por mí”.

Dar los motivos de la petición pero sin caer en la justificación.

Agradecer si la otra persona accede a ayudarnos.

Para ponerlo en práctica:

Aquí se plantean tres ejemplos que puedes poner en práctica para ir ejerciendo tu capacidad de pedir.

● Pedir un vaso de agua en un restaurante en el que no estás consumiendo nada.

● Preguntar la hora de una persona por la calle.

● Ir al supermercado, coger varios productos y una vez en la caja, decirle al trabajador que uno de los productos ya no te interesa, y dárselo.

Gracias por leerlo