¿Qué es el hambre emocional?

Un artículo muy interesante

Alberto Sancho

2/15/20234 min read

assorted fruits on brown wooden bowls
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Los problemas emocionales a lo largo de la vida de una persona se pueden manifestar de distintas formas. Factores como las características individuales, el entorno social y los hábitos, entre otros, puede hacer que personas distintas con un mismo problema acaben teniendo síntomas distintos.

En este artículo vamos a abordar un síntoma concreto muy frecuente que puede estar avisándonos de que algo anda mal: la ansiedad por comer.

También llamada hambre emocional, es un síntoma que puede aparecer en ciertas circunstancias y que se caracteriza por un malestar psicológico que empuja a la persona a querer comer incluso sin una sensación de hambre clara.

¿Qué es la ansiedad por comer?

Para definir la ansiedad por comer o hambre emocional, vamos a enumerar una serie de características que no se darían en el hambre fisiológica “normal”.

Repentina

El hambre emocional suele aparecer de forma aguda, mientras que el hambre fisiológica aparece de forma gradual y con frecuencia se incrementa con el tiempo, teniendo un comienzo suave.

A destiempo

Mientras que el hambre fisiológica suele seguir nuestros ritmos circadianos y rutinas diarias (no debería aparecer a mitad de noche por ejemplo, o poco después de una comida), la ansiedad por comer parece (aparentemente) no seguir un patrón diario según las horas o comidas.

De todos modos, hay que tener en cuenta que a veces puede parecer un patrón diario (por ejemplo, por las noches), pero este patrón puede ser fruto a que el malestar emocional aparece justamente por las noches y esto provoca el hambre emocional.

Origen emocional

Sin duda, la característica más importante, sobre todo para controlar la ansiedad por comer, es conocer el origen emocional que lo provoca.

Alimentos concretos

A menudo son alimentos que generan satisfacción como el azúcar. De hecho, es frecuente que si una persona restringe cierto tipo de alimentos, en momentos de hambre emocional, el deseo de comer estos mismos se agudice.

Durante el hambre fisiológica, el deseo de comer es más general y no suele haber fijación por alimentos concretos salvo momentos puntuales de “antojos” que son bastante habituales entre la población común.

Estos antojos hipotéticamente se deben a deseos del cuerpo por los nutrientes de algún alimento concreto, pero no suelen coincidir con alimentos azucarados y altamente gratificantes (como sí sucede en el hambre emocional). Obviamente, tampoco habría procesos de atracón durante los antojos.

Garganta y pecho

En la ansiedad por comer con frecuencia hay una sensación focalizada en el estómago. En cambio, en la ansiedad emocional la sensación normalmente se siente también en garganta y pecho o zona superior de la tripa.

Atracones

Junto con el origen emocional de la ansiedad por comer, los atracones son la otra gran característica que debemos tener en cuenta. Los atracones consisten en pérdidas de control durante la ingesta de alimentos; convirtiendo en esta no una satisfacción de la necesidad fisiológica de satisfacer el hambre, sino de ingerir y sentir la propia ingesta de alimentos gratificantes.

Culpa

Cuando comemos por necesidad fisiológica, no suele haber sentimiento de culpa (salvo en ciertos casos donde comer esté mal percibido por cuestiones diversas como sucede en la anorexia y la bulimia).

En cambio, después de una ingesta de alimentos por ansiedad es frecuente que aparezca la culpa por haber “sucumbido” a la tentación aún sabiendo que no había necesidad de comer. Esto es especialmente acentuado durante y después de los atracones.

Además, la culpa puede hacer que aparezca el temido círculo vicioso siguiente: ansiedad por comer → atracón → culpa → ansiedad por comer → atracón… Siendo la culpa parte del origen emocional que actuaría como mantenedor del problema.

¿Cómo controlar la ansiedad?

Ahora vamos a comentar algunas herramientas que pueden ayudar significativamente a controlar la ansiedad por comer para hacer que esta sea más manejable y no nos haga perder el control tanto antes como durante la ingesta de la comida.

1. Detección del problema emocional

Probablemente la mejor forma de solucionar el problema y conseguir controlar la ansiedad por comer a largo plazo es detectar el problema subyacente que hace tener hambre emocional. Debemos comprender que el hambre emocional es una herramienta que utiliza nuestra mente para rebajar los niveles de malestar que podemos sentir por otros temas.

El problema es que comer no solucionará los problemas (muchas veces los aumenta por la aparición de la culpa, por ejemplo), por esto, necesitaremos trabajar en detectar los problemas emocionales y darles solución.

En este sentido, buscar ayuda profesional será la mejor alternativa si no nos vemos capaces de buscar solución.

2. Toma de consciencia

Ejercitar nuestra mente para tomar consciencia cuando vamos a comer es la mejor forma de combatir la pérdida de control.

Para ello podemos por ejemplo reducir la frecuencia de la respiración y como si de un ejercicio de atención plena se tratase, focalizar nuestra atención en la respiración regulándola. Esto se debe a que una respiración sosegada y controlada disminuye las probabilidades de la pérdida de control y el aumento de la ansiedad.

En esa toma de consciencia también es importante ir discriminado el grado de hambre normal y de hambre emocional que podemos sentir, ya que es fácil que a veces se solapen.

3. Retirar estímulos disparadores

Es muy frecuente que ciertos acontecimientos, situaciones o incluso objetos de nuestra vida diaria puedan acentuar o disparar el hambre emocional.

Por ejemplo, situaciones de mucho estrés o alimentos dulces en casa. Si aprendemos a detectar qué cosas nos acentúan el hambre emocional, nos será más fácil alejarnos de ellos o al menos, tomar medidas antes de que sea demasiado tarde y la ansiedad por comer sea demasiado intensa como para controlarla.

Debemos pensar que cuando el hambre emocional es muy alta, es extremadamente difícil de controlar; por ello debemos ser compasivos con nosotros mismos si caemos y algunas veces no conseguimos controlarla. Al mismo tiempo, deberemos intentar con este control de estímulos externos que el hambre emocional no escale nunca demasiado.

Gracias por leerlo